Locro solidario en Comodoro reparte 1.000 porciones este sábado en el Tabernáculo de la Fe. Sumate a la movida con donaciones y ayudá a familias vulnerables. ¡No te quedes más frío que el viento patagónico!
Este sábado, mientras el viento patagónico te vuela el flequillo, el Tabernáculo de la Fe va a tirar la casa por la ventana con una olla popular que promete 1.000 porciones de locro calentito. ¿El objetivo? Ponerle una sonrisa (y un plato lleno) a familias vulnerables de Comodoro Rivadavia que la pelean contra el frío y la crisis. Pero ojo, no es solo soplar y comer: necesitan tu ayuda con carne, frazadas y buena onda. ¿Te copás o seguís más perdido que turista sin GPS en la Chenque?
Olla solidaria: el evento que le gana al invierno
La movida arranca este sábado en el Tabernáculo de la Fe, un clásico de la solidaridad comodorense que ya lleva siete ollas populares este invierno. Etas juntadas ya repartieron más de 8.000 viandas en la ciudad y hasta en otros puntos del país. ¿Cómo lo bancan? Con ferias de empanadas, rifas y polladas que juntan peso tras peso para comprar carne, verduras y legumbres. Pero esta vez, la cosa está complicada: les falta carne para el locro. Si tenés algo para aportar, mandá un WhatsApp al 2974275794 y sumate al team solidario.
Y no es solo locro. El Tabernáculo también tiene un comedor comunitario que reparte comida los lunes, miércoles y viernes. Además, están juntando frazadas para la gente en situación de calle, que con los incendios y el frío la pasan peor que villano en película de Marvel.
¿Por qué un locro y no una pizza?
Porque el locro es más que comida: es cultura, es unión, es Comodoro diciendo “acá estamos”. Preparar 1.000 porciones no es joda; es un laburo de equipo que arranca con voluntarios pelando papas y termina con familias llevándose un plato caliente. Pero la posta es que no da seguir pidiendo donaciones como si fuera un loop infinito de Netflix. La organización ya demostró que puede mover montañas (o al menos ollas gigantes), pero sin carne, el locro no sale. Y sin frazadas, el invierno pega más duro que un uppercut de Tyson.