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El guanaco contra el alambre: una pelea desigual que mata 27.000 al año

La vida silvestre está viviendo un partido muy desparejo en la patagonia argentina a partir de un dato alarmante: 27.000 guanacos mueren cada año enredados en alambrados, según una investigación liderada por el guardaparque Emanuel Galetto, capo del equipo de conservación de Parque Patagonia. Y no es exageración: la cifra supera a la mortalidad de otros herbívoros grandes del mundo. Básicamente, estamos exportando récords tristes.

Según su propia logística migratoria: en verano suben a las mesetas, en invierno bajan a buscar comida. Todo iba bien hasta que los humanos pusimos rutas, cercos y estancias como si fuera el SimCity y les cortamos los caminos ancestrales. Resultado: poblaciones en picada.

Galetto y su equipo —que viven en la estación biológica “El Unco” en Santa Cruz y laburan con la Fundación Rewilding Argentina— colocaron collares satelitales a 45 guanacos para rastrear sus movimientos, que llegan a 70 km. El dato: esas caminatas no son capricho, ayudan a mejorar las pasturas y equilibrar el ecosistema. Pero claro, cuando el guanaco se topa con un alambre…

Guanacos

Las muertes se concentran en las migraciones: abril-mayo cuando bajan, y agosto-septiembre cuando suben. Y si encima nieva fuerte, quedan varados en los cercos, sin poder comer ni escapar del frío.

El estudio insiste en dejar de ver a los guanacos como “plaga” (hola prejuicios de campo) y empezar a reconocer su rol ecológico clave. La misión: recuperar corredores migratorios y evitar que los alambrados sigan siendo la trampa mortal más absurda de la Patagonia.

Porque posta, si hay algo que no debería estar en peligro de extinción es la postal del guanaco mirando el horizonte patagónico.

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