Ariel Nicolás tenía 25 años. Su vida terminó en la madrugada del domingo en una estación de servicio de Comodoro Rivadavia, donde estaba con un amigo cargando agua para el mate. Desde un auto les dispararon sin mediar palabra: Ariel murió camino al hospital y su compañero sigue internado.
El crimen todavía no tiene respuestas ni detenidos, pero la violencia no fue lo único que golpeó a su familia. Ahora tienen que afrontar otro dolor: juntar dinero para trasladar el cuerpo a Buenos Aires, de donde era oriundo, y poder despedirlo con sus seres queridos.
La colecta se realiza a través del alias Natanael.2012, a nombre de su mamá, Yanina Betsabe Piris.
Su pareja, Agustina Rosas, lo despidió en redes sociales con un mensaje que refleja quién era y por qué su muerte genera tanta indignación:
“Era un pibe sano, sin vicios, con estudios, lo más dulce que existía, incapaz de hacerle mal a nadie”.
Mientras la familia llora, busca justicia y reúne dinero para enterrarlo, el atacante sigue prófugo. El domingo que empezó con un mate terminó con una despedida que nadie debería afrontar así.
